Confiamos en los desodorantes para evitar el sudor y el olor que este puede producir. Sin embargo, no saber la diferencia entre este producto y un antitranspirante, así como desconocer su uso correcto, puede tener consecuencias desagradables. ¿Alguna vez te sucedió que, a pesar de bañarte y de colocarte tu desodorante, terminaste oliendo mal?
1. Lo usas pensando que es antitranspirante
Lo primero que debes tener en cuenta es que los desodorantes y antitranspirantes ofrecen diferente protección. Los primeros se consideran un cosmético y están formulados para frenar el mal olor y ocultar los aromas desagradables ya formados. Por lo general, están hechos a base de alcohol y, cuando se aplican, hacen que la piel se vuelva ácida, es decir, la hacen menos atractiva para las bacterias, las cuales producen el mal olor.
Los antitranspirantes, por su parte, son regulados como medicamentos en algunos países, como EE.UU., ya que están destinados a afectar una función corporal. Sus ingredientes activos incluyen sales de aluminio, las cuales bloquean temporalmente los poros de sudor, reduciendo así la cantidad de transpiración.