Los seres humanos tienen la extraordinaria capacidad de percibir patrones e imágenes escondidas. Por ejemplo, nuestro cerebro se ha desarrollado para poder reconocer perfectamente las caras y, como resultado, hallamos rostros en todas partes, incluso en objetos inanimados. Quién sabe, quizá este “superpoder” influya en nuestra forma de elegir ropa que se mimetiza con el mundo que nos rodea.
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